miércoles, 31 de octubre de 2012

México otra vez, pero bien, muy bien

Garrido y Labastida
Una entrada larga, pero muy interesante, publicada en Este País. Tendencias y opiniones (ver) del 1 de febrero pasado. Se recomienda la lectura íntegra por la calidad de la crítica y la inteligencia de los objetivos propuestos.

Creación del Instituto Alfonso Reyes

Como parte de la labor del Consejo Consultivo de Ciencias (CCC), Jaime Labastida y Felipe Garrido nos hablan del proyecto para la creación del Instituto Alfonso Reyes, un organismo público dedicado a la defensa tanto del español como de las demás lenguas que se hablan en México.

El español en el mundo
En el paso del siglo XX al XXI el español desplazó al inglés como el segundo idioma más hablado del mundo. En la actualidad, el español constituye el modo propio de expresión de cerca de 450 millones de personas, y para aproximadamente 50 millones más es una segunda lengua. El chino mandarín es el idioma que cuenta con el mayor número de hablantes. Al mismo tiempo, después del inglés, el español es hoy en día la segunda lengua más estudiada del mundo —más de 40 millones de personas lo están aprendiendo—, y la tercera lengua más usada en internet, con 7.8% del total.

El explosivo crecimiento del español durante el siglo XX se debe a que ningún otro idioma en el mundo se habla en tantas naciones y, en especial, a su auge en Estados Unidos. El español es lengua oficial o nacional en 19 países de Hispanoamérica, además de España y de la Guinea Oriental, en África. Por otra parte, los hispanohablantes son el segundo grupo lingüístico más numeroso en Belice, Guyana, Filipinas y Estados Unidos, donde hay casi 40 millones que representan una economía más poderosa que la de cualquiera de sus países de origen.

El español es idioma oficial en varias de las principales organizaciones político-económicas internacionales, como la ONU, la UE, la UA, la OEA, la OEI; el TLCAN; la UNASUR; CARICOM y el Tratado Antártico, entre otras.

Todo indica que la expansión del español seguirá adelante a lo largo del siglo XXI; que en los años venideros este idioma continuará creciendo en importancia como lengua comercial, turística y diplomática, como vehículo cultural.

La presencia del español como una de las lenguas más importantes del mundo es un hecho, pero, ante la amenaza de la globalización, que acabará con muchas de las más o menos 5 mil lenguas que hoy se hablan en el mundo —según los cálculos más pesimistas, en el transcurso del siglo XXI podría desaparecer al menos la mitad—, hace falta consolidarlo como una gran lengua internacional; crear una poderosa industria lingüística. Para eso es preciso aprovechar todos los recursos, todas las posibilidades.

Al igual que los demás idiomas, el español afronta retos. En palabras de don Víctor García de la Concha, director de la Real Academia Española, “la globalización tiende a reducir el número de lenguas internacionales de comunicación. Y, para sobrevivir, hay que ser una lengua de uso de gran número de personas, tener un idioma unitario, estar muy presente en las tecnologías y ser una lengua importante en la diplomacia y en los foros internacionales. De momento cumplimos con las dos primeras condiciones, pero hay que fortalecer la segunda y considerar las otras dos como retos del futuro”.

Promover la cultura y la lengua propias como una manera de dialogar con los demás idiomas y culturas del mundo y propiciar un mayor intercambio cultural, turístico y económico es una necesidad de toda gran nación, que comienza por el cuidado y la difusión del idioma. Enseguida presentaremos las maneras en que seis naciones se han ocupado de esta materia y que están a la vista de nosotros, pues las seis tienen centros que funcionan en nuestro país. Lo hacemos en orden de antigüedad.

En general, estas organizaciones comparten tres propósitos esenciales:
1. Ofrecer cursos de su lengua en su propio territorio y en otros países, para toda clase de público.
2. Dar a conocer la cultura de su país, en la más amplia acepción de la palabra, y difundir los productos de sus industrias culturales.
3. Favorecer la diversidad cultural del mundo revalorando todas las culturas.

La promoción de las lenguas y las culturas europeas
1. La Alianza Francesa fue fundada en 1883, en París, como una asociación civil de interés público, para “asegurar la difusión de la lengua y la cultura francesas en el extranjero”, por iniciativa de Paul Cambon y con el respaldo de un comité que incluía, entre otros, a Lesseps, Pasteur, Renan y Verne. En 2007 pasó a ser una fundación, para poder recibir donativos.
Actualmente maneja directamente 270 centros en 138 países, y otorga su aval a 875 instituciones locales.1
Trabaja con un presupuesto de 42 millones de euros que cubren los gastos de administración, los salarios de los directores, las becas y los proyectos concretos. Los centros se autofinancian en 80%, y las instituciones locales lo hacen en su totalidad.
En 2007 los centros de la Alianza Francesa tuvieron una matrícula de 460 mil alumnos y una plantilla de 20 mil profesores, entre la Alianza y los liceos.
2. La Sociedad Dante Alighieri fue creada en 1889, en Roma, por un grupo de intelectuales guiados por Giosuè Carducci, para “tutelar y difundir la lengua y la cultura italianas fortaleciendo los lazos espirituales de los connacionales que se encuentran en el extranjero con la madre patria y fomentar entre los extranjeros el amor y el culto por la cultura italiana”.
La Società cuenta con 89 centros en 69 países; en el periodo 2003-2004 tuvo 88 mil alumnos.
3. El British Council fue establecido en 1934, en Londres, con el nombre de British Committee for Relations with Other Countries, como una organización voluntaria para promover la cultura, la educación, la ciencia y la tecnología británicas. El año siguiente pasó de ser un Committee a ser un Council, y en 1936 adoptó su nombre actual.
En 2002 el British Council operó un presupuesto de 675 millones de euros, de los cuales 230 fueron autofinanciados.
Actualmente cuenta con 216 centros en 109 países; 91 de ellos, en 57 países, se dedican a la enseñanza del inglés. En el periodo 2002-2003 tuvo 495 mil alumnos, con una plantilla de 2 mil profesores, y organizó 400 actos culturales.
4. El Instituto Goethe fue fundado en 1951, en Munich, adscrito al Ministerio Federal de Relaciones Exteriores, con el propósito de promover la enseñanza del alemán como segunda lengua y consolidar las relaciones culturales de Alemania con otros países.
En 2003, con un presupuesto de 278 millones de euros, de los cuales algo más de la mitad fueron autofinanciados, contaba con 127 centros en 78 países, más otros 16 centros en la propia Alemania.
Ese año tuvo 175 mil alumnos, con una plantilla de 3 mil 48 profesores, y organizó 8 mil actos culturales.
5. El Instituto Cervantes fue fundado en 1990, en Madrid. En 2004 su presupuesto fue de 60 millones de euros. Cuenta en la actualidad con 58 centros en 40 países. En el periodo 2002-2003 tuvo una matrícula de 82 mil alumnos, con una plantilla de mil 500 profesores, y realizó 3 mil 500 actos culturales.
6. El Instituto Camões fue fundado en 1992 como sucesor del Instituto da Cultura e Língua Portuguesa, bajo la supervisión del Ministerio de Asuntos Exteriores de Portugal. Actualmente es autónomo, y está presente en 30 países, dedicado a la enseñanza del idioma —en los Centros de Língua Portuguesa— y a la difusión de la cultura y las tradiciones de Portugal —en los Centros Culturais Portugueses.

Estos seis centros trabajan para divulgar las culturas y lenguas de sus respectivas naciones por todo el mundo. Los seis recibieron el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2005.

El Instituto Alfonso Reyes
Como dijimos antes, promover la cultura y la lengua propias como una manera de dialogar con los demás idiomas y culturas del mundo, y propiciar un mayor intercambio cultural, turístico y económico es una necesidad de toda gran nación, que comienza por el cuidado y la difusión del idioma. Una necesidad que no puede dejarse en manos de otros. México debe contar con una institución semejante a las que hemos presentado.

En México se imparten cursos de español como segunda lengua en numerosas universidades públicas, en algunas universidades privadas y en algunas instituciones particulares.

La Universidad Nacional Autónoma de México cuenta además con centros de extensión en San Antonio, Ottawa y Chicago, donde se imparten clases de español, de literatura hispanoamericana y española, de historia e historia del arte. Actualmente, y esto es lamentable, la unam está modificando el perfil de estos centros de extensión y clases que durante muchos años se dieron en español comienzan a darse en inglés.
Todos esos sitios son, de manera natural, a un mismo tiempo, lugares difusores de nuestra literatura, nuestras artes, nuestras tradiciones, nuestra música, nuestro cine, nuestra cocina… En una palabra, de nuestras culturas: en el caso de México, su pluralidad cultural debe ser aprovechada.

El español de México, que tiene una zona de influencia natural, por razones geográficas e históricas, en Estados Unidos, Centroamérica y el Caribe, difiere de muchas maneras del español de España, y en muchos casos, por muchas razones, representa una opción preferible para los estudiantes de otras latitudes. En el Centro de Enseñanza para Extranjeros de la UNAM, esas razones explican el notable aumento, en el último decenio, de estudiantes coreanos, vietnamitas y japoneses.

Este proyecto propone la creación de un instituto consagrado a difundir y promover en el mundo el español de México, las lenguas que comparten nuestro territorio, las literaturas y las culturas de nuestro país, con el fin de incrementar su influencia y, con ello, aumentar sus oportunidades comerciales, turísticas y culturales.

Por la importancia capital de la obra de Alfonso Reyes como creador, investigador y difusor de la cultura, por su amplio intercambio con la cultura universal, por su presencia como diplomático en América y en Europa, se propone que este instituto lleve su nombre. Alfonso Reyes, el mexicano universal, es un símbolo idóneo para la tarea de promover en el mundo el español de México, sus lenguas originales, sus literaturas y sus culturas.

Propósitos
Los objetivos del Instituto Alfonso Reyes son los siguientes:
1. Promover en todo el mundo la enseñanza, el estudio y el uso del español mexicano, así como de las lenguas originales que se hablan en México.
2. Contribuir a la difusión de las culturas mexicanas en coordinación con las instituciones y los órganos de gobierno que persiguen fines semejantes: entre otras, la Academia Mexicana de la Lengua, las secretarías de Educación Pública y de Relaciones Exteriores, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Universidad Nacional Autónoma de México —especialmente su Centro de Enseñanza para Extranjeros, cuya experiencia en la enseñanza del español como segunda lengua es ya centenaria, pues se fundó, con el nombre de Cursos de Verano cuando la Universidad de México fue vuelta a fundar hace un siglo.

Actividades
Para cumplir con sus propósitos, en coordinación con las instituciones mencionadas, el Instituto Alfonso Reyes se ocupará de:
1. Organizar cursos de español especialmente diseñados para nativos de otros idiomas.
2. Organizar cursos de las otras lenguas nacionales.
3. Publicar los libros de texto necesarios para la enseñanza del español y de las otras lenguas nacionales.
4. Organizar los exámenes y otorgar los diplomas de español y de otras lenguas nacionales.
5. Promover la investigación sobre la enseñanza del español y de las otras lenguas nacionales.
6. Preparar maestros de español y de las otras lenguas nacionales.
7. Apoyar a los estudiosos dedicados al español de México y a las otras lenguas nacionales.
8. Difundir el español de México y sus lenguas nacionales.
9. Colaborar con instituciones y sociedades afines en los países de Hispanoamérica y en España, para la difusión de sus culturas.
10. Poner al alcance del público bibliotecas y centros de información sobre las culturas de México.
11. Organizar en internet las páginas y los portales necesarios para hacer posible la enseñanza a distancia del español y de las otras lenguas nacionales, así como para ofrecer al público el acceso a los otros servicios que ofrezca el Instituto.
12. Coordinar las bibliotecas virtuales que existen en diversas instituciones, de manera que los materiales digitalizados que ya existen puedan llegar a un público más amplio.
13. Servir de interlocutor, junto con la Academia Mexicana de la Lengua, para colaborar en la organización y la difusión de los congresos internacionales de la lengua española, así como las demás asambleas internacionales relacionadas con el español y con las otras lenguas nacionales de México.
14. Colaborar con otras instituciones para la difusión de las culturas nacionales.
15. Publicar una revista y un anuario que informen sobre las actividades del Instituto, así como una colección de libros sobre las materias que atañen al campo de acción del Instituto.
16. Organizar programas de radio y de televisión sobre el español y las demás lenguas nacionales de México.
17. Promover la atención de la prensa y de los demás medios hacia los temas de interés para el Instituto.
18. Promover la circulación de libros mexicanos en el extranjero.
19. Promover la traducción de autores mexicanos, lo mismo de quienes escriben en español que de quienes lo hacen en las otras lenguas nacionales.
Esta lista de actividades es ambiciosa pero, naturalmente, puede aumentar. El crecimiento del Instituto Alfonso Reyes debe ser gradual. Muchos de sus servicios deben ser autosustentables.

Modelos
La Alianza Francesa, el Instituto Dante Alighieri, el British Council, el Instituto Goethe, el Instituto Cervantes y el Instituto Camões son organismos encaminados a la promoción del francés, el italiano, el inglés, el alemán, el español y el portugués, así como de las culturas que han creado estas lenguas; tienen una larga y fructífera experiencia que debe ser aprovechada.

Asimismo hace falta aprovechar la que han desarrollado los centros de enseñanza del español para estudiantes extranjeros en las universidades de México. Muy en especial el Centro de Enseñanza para Extranjeros de la unam, que ha trabajado desde hace un siglo y tiene escuelas de extensión en San Antonio, Ottawa y Chicago.

¿Una duplicación con el Instituto Cervantes?
El documento oficial que expide el Instituto Cervantes a los estudiantes que aprueban los exámenes es el Diploma de Español como Lengua Extranjera (dele). En la actualidad, el Instituto Cervantes ha avanzado ya en las conversaciones y los trabajos para que la unam y México adopten definitivamente el dele, con la intención de que llegue a convertirse en un reconocimiento panhispánico.

Esto conlleva la idea de formar profesores conjuntamente y fundar un examen de español global, no de español de España. A la última convocatoria del dele se presentaron 24 mil 500 candidatos en 268 ciudades del mundo. Una cifra muy inferior a la que resultaría de conseguir el consenso con Latinoamérica.

Para este propósito, lo que más preocupa al Instituto Cervantes es la convergencia de esfuerzos y trabajos con Estados Unidos y con México. El director de la rae sugiere que las sedes académicas americanas podrían abrirse al Instituto Cervantes para profundizar en un español universal, buscar fondos que ayuden a los países de Hispanoamérica y contar con México como una pieza clave para la expansión en Estados Unidos.

A la luz de estas circunstancias, podría suponerse que la creación del Instituto Alfonso Reyes es una duplicación que carece de sentido. No es así, sin embargo.

“Siempre que se habla de los países hispanoamericanos —escribió Antonio Castro Leal—, España siente un complejo imperialista. Los considera como sus antiguas colonias y no cree que puedan ser sus iguales, que puedan tener razón, ni que es conveniente afiliarse con ellos.”

Para la Real Academia Española, para el Instituto Cervantes, un español global y un español universal significan, en general, el español no siquiera de España, sino el que se habla en Madrid.

Ahí donde un madrileño diría “He llegado tarde, un mexicano” —y casi cualquier hispanoamericano— dirá “Llegué tarde”. Pero los exámenes en línea del Instituto Cervantes descalifican esa expresión; la dan como incorrecta. Y lo mismo sucede en decenas de otros casos. Pero hace mucho tiempo que la corrección del español dejó de ser un asunto exclusivo de ninguno de los lugares donde se habla. El español es una lengua policéntrica.

Hace mucho que esto se hizo evidente. En 1901, Miguel de Unamuno escribió: “Desparrámase hoy la lengua castellana por muy dilatadas tierras, bajo muy distintas zonas, entre gente de muy diversas procedencias y que viven en diversos grados y condiciones de vida social; natural es que [...] se diversifique el habla. Y ¿por qué ha de pretender una de esas tierras ser la que dé norma y tono al lenguaje de todas ellas? ¿Con qué derecho se ha de arrogar Castilla o España el cacicato lingüístico?”. Y dos años después: “Hay que hacer la lengua hispánica internacional con el castellano; y si este se nos muestra reacio, sobre él o contra él”.

Y en 1952, al comentar la cita anterior, don Antonio Castro Leal: “La importante corriente cultural que representan en el mundo de hoy España, los pueblos hispanoamericanos y Filipinas, exige un idioma cuyo centro no puede ser ya España, la cual es nada más una de las provincias del vasto territorio de habla española [...]. La Academia Española de la lengua no puede seguir siendo el árbitro único del español, porque no conoce suficientemente o porque no quiere reconocer la lengua que se habla fuera de España”.

La labor del Instituto Cervantes es muy importante y lo será cada día más, pero no es razonable pensar que una sola institución nacional pueda hacerse cargo de una lengua que comparte con otras veinte naciones. Menos todavía cuando se piensa en la promoción de las culturas nacionales. El Instituto Cervantes promueve esencialmente la cultura española, y atiende de manera superficial —no podría ser de otra manera— las de los países hispanoamericanos, las Filipinas y Guinea Oriental.

Hace falta equilibrar el trabajo del Instituto Cervantes con el de otros institutos nacionales en distintos países hispanohablantes.

Algo semejante sucedió con la Real Academia Española, durante mucho tiempo la única que juzgó la corrección del español. Hasta que, en 1951, en el Primer Congreso de Academias de la Lengua Española, celebrado en México, se debatió acaloradamente el tema y se encontró una solución al problema mediante la creación de la Asociación de Academias de la Lengua Española (asale).2

A partir de entonces, la asale, de la que forma parte la Real Academia Española, ha trabajado vigorosamente en defensa de una lengua que ahora se siente enriquecida por sus diferencias. La Nueva gramática de la lengua española (2009) es producto de once años de trabajo consensuado entre las veintidós academias, y en ella, al lado de los escritores españoles figuran también autores americanos —lo que no sucedió en la anterior Gramática académica de 1931. Hasta 2003 (22ª edición), el Diccionario de la lengua española aparece editado por la Real Academia Española, al igual que la Ortografía de la lengua española (2003); sin embargo, en el preámbulo de la 21ª edición, ya se habla de la participación de la Comisión Permanente de la Asociación de Academias de la Lengua Española en la preparación del Diccionario. En el Diccionario panhispánico de dudas (2005), el Diccionario esencial de la lengua española (2006), la Nueva gramática (2009) y las ediciones conmemorativas de Cervantes, García Márquez, Fuentes, Gabriela Mistral, Pablo Neruda (2004-2010), en cambio, figuran como editores la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española. En el Diccionario de americanismos (2010), finalmente, aparece, nada más y por primera vez, Asociación de Academias de la Lengua Española, cuya lista encabeza con razón, pues es la más antigua, la Real Academia Española.

En ese camino hacia una mayor autonomía de las academias, en 2010 la Academia Mexicana de la Lengua y Siglo XXI Editores publicaron un Diccionario de mexicanismos, y la Academia Chilena de la Lengua, el Diccionario de uso del español de Chile. Ese mismo año, por primera vez, la planta de un diccionario académico se preparó fuera de la rae: la Academia Mexicana de la Lengua construyó la planta de un diccionario escolar que cada una de las demás academias adaptará al uso del español en sus respectivas naciones y que aparecerá en diversas ediciones, muchas de ellas nacionales.

Todo esto es una muestra de la actual política lingüística panhispánica de las academias —como lo es el hecho de que las veintidós academias tengan una participación en las regalías que produce la venta de las publicaciones académicas—, y ha sido posible gracias al trabajo de la Asociación de Academias de la Lengua Española, surgida del Primer Congreso de Academias de la Lengua Española, celebrado en México en 1951.3

El Instituto Alfonso Reyes no es una duplicación. Por supuesto, tendrá que trabajar en estrecha colaboración con el Instituto Cervantes, pero podrá dedicar al español de México y a sus culturas —todas las que se expresan en sus lenguas originales— una atención mucho mayor que las que puede darle la institución española.

La masa fónica de México
Además de las razones geográficas e históricas, más allá de la experiencia de las instituciones mexicanas, hay otros motivos que deben propiciar la participación de México en la promoción de la enseñanza del español como segunda lengua. Uno de ellos es su rica diversidad lingüística y cultural. Otro, de importancia definitiva, es el peso de su masa fónica.

Actualmente, una de cada cuatro personas que hablan español en el mundo es mexicana. Esa masa fónica —enriquecida por la presencia de las lenguas originales— representa una situación ventajosa. Pero no basta con contar con la mayor población de hispanohablantes en el planeta, ni con el atractivo de sus lenguas originales. Hace falta organizarse para aprovecharla.

El argumento de que el español de América no puede dejarse a un lado para manejarse hoy en día en el mundo del español debe ser difundido de manera convincente y firme.

La influencia que México ejerce en el mundo es susceptible de crecer en enorme proporción, siempre que se entienda que esa influencia comienza por la promoción y la difusión de las lenguas que se hablan en México, de las literaturas que producen y de las culturas que se expresan en sus idiomas. La primera de todas, porque es la que tenemos en común con el resto de los hispanohablantes y porque para ella existe ya una enorme demanda en el mundo, el español de México.

El CCC y el Instituto Alfonso Reyes
Algunas tareas específicas que puede recomendar el Consejo Consultivo de Ciencias:
1. Levantar un censo de las instituciones que se dedican en México a la enseñanza del español como una segunda lengua.
2. Promover un análisis comparativo entre esas instituciones.
3. Organizar —a partir del Centro de Enseñanza para Extranjeros de la unam y con la participación de la Academia Mexicana de la Lengua— una asamblea que permita unificar los métodos que se usan en México para la enseñanza del español como una segunda lengua.
4. Encargar —a quien se juzgue pertinente— un estudio comparativo de la Alianza Francesa, la Sociedad Dante Alighieri, el British Council, el Instituto Goethe, el Instituto Cervantes y el Instituto Camões.
5. Promover ante las secretarías de Educación Pública y de Relaciones Exteriores, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Academia Mexicana de la Lengua, la organización y la puesta en marcha del Instituto Alfonso Reyes.
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Poeta y filósofo, JAIME LABASTIDA (Los Mochis, 1939) ha sobresalido también en los campos del periodismo y la edición. Entre sus libros de poesía está Animal de silencios (1996), que junto con La palabra enemiga (ensayo, 1996) le valió el Premio Xavier Villaurrutia. Es Director General de Siglo XXI Editores y Director de la Academia Mexicana de la Lengua.

FELIPE GARRIDO (Guadalajara, Jalisco, 1942) estudió Letras Hispánicas en la UNAM. Ha sido titular de Literatura del INBA y de la Dirección General de Publicaciones del Conaculta. A partir de 2011 se desempeña como Director Adjunto de la Academia Mexicana de la Lengua.

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