miércoles, 16 de noviembre de 2011

Zhao Zhenjiang pasó por Buenos Aires y dijo

De paso por Buenos Aires, el traductor chino Zhao Zhenjiang (foto), especializado en castellano, conversó con el traductor argentino del chino Miguel Ángel Petrecca. El resultaod de esa charla se publicó ayer, 15 de noviembre, en las páginas de cultura del diario Clarín.

"Mis colegas prefieren traducir
una biografía de Diego Maradona"

Profesor de la Universidad de Beijing, la más prestigiosa y antigua de China, desde hace cinco décadas, y pionero en la traducción de la literatura latinoamericana al mandarín, Zhao Zhenjiang estuvo de visita en Buenos Aires la semana pasada, invitado por la Sociedad Argentina de Escritores, para dar una charla, donde hizo un repaso del derrotero de la literatura en castellano en su país. A contrapelo del estrecho interés del mercado que se limita a promover la traducción de bestsellers, Zhao lleva adelante desde hace años un esfuerzo importante por enriquecer ese intercambio y dedica gran parte de su tiempo a la traducción de poesía. Para dar una idea de su trabajo, basta mencionar sus traducciones del Martín Fierro, García Lorca, Juan Gelman, Gabriela Mistral y César Vallejo, entre otros.

–¿Cómo fue su comienzo con la lengua y la literatura en castellano?
–A fines de los años 50, cuando entré a la universidad, no existía un departamento de castellano. Recién se creó uno algunos años después, a partir de la influencia que tuvo la Revolución Cubana. Se inauguró con un contingente de profesores de diferentes países latinoamericanos. En ese momento yo estaba inscripto en la carrera de lengua y literatura francesa, pero fui obligado a cambiarme a la de castellano. Por entonces, prácticamente no existía la voluntad personal. La consigna entre los estudiantes era: la necesidad del Estado es nuestra voluntad.

–Una de las primeras obras que tradujo fue el Martín Fierro...
–Eso empezó cuando yo estudiaba castellano en la universidad. Teníamos un profesor argentino, y él seleccionó fragmentos del Martín Fierro como lectura de clase. Como soy de origen campesino, conozco desde pequeño los trabajos del campo y el tema me gustó mucho. Al traducirlo, utilicé una lengua intermedia entre el chino clásico y el chino moderno.

–¿Y cuánto tiempo le llevó la traducción del Martín Fierro?
–Mucho tiempo, entre principios del 60 y comienzos de los 80. Es un proceso de unos 20 años, en realidad. Hubo una primera etapa en la que iba traduciendo algunas estrofas. Pero en el medio iban quedando muchas dudas. Por ejemplo, me acuerdo de un verso que decía: me siento en el plan de un bajo , o algo así, ¿qué quería decir eso? Yo en ese momento no sabía, así que lo dejé en blanco. Después fui a México, a perfeccionar mi español, y ahí tuve acceso a más bibliografía. Además, en ese tiempo había argentinos exiliados en México y pude consultarlos. Finalmente se publicó en 1984 por la editorial del pueblo de Hunan.

–También tradujo a Vallejo. ¿Qué dificultades encontró?
–Es muy difícil, por eso aún no salió el libro. Se publicaron en revistas unos treinta poemas, de Poemas humanos . En este viaje a Sudamérica uno de mis propósitos es visitar Santiago de Chuco, el pueblo natal de Vallejo, porque en China una editorial me ha encargado la traducción de las obras completas de Vallejo, y yo acepté. Es un gran desafío para mí. Ya terminé España, aparta de mí ese cáliz . En el caso de Trilce, y a desde el título hay una dificultad, porque es imposible reproducir en chino la mezcla entre triste y dulce que sugiere ese nombre. Así que trasladé literalmente el nombre. Cuando traduje a García Lorca me encontré un problema parecido. En el Romancero gitano, un verso dice noche, noche nochera , o algo así. Yo lo traduje inventando un juego en chino: chenchenye, chenchen heiye , que retraducido al castellano sería noche profunda, noche negra profunda. Hay quienes eligen no traducir verso por verso, sino interpretar y traducir de manera global. Yo en general traduzco verso por verso.

–Ud. decía que hay una gran cantidad de textos clásicos en español que no fueron traducidos al chino. ¿Qué posibilidades hay de que llenar ese vacío? ¿Hay traductores?
–Es difícil encontrarlos. Ahora hay muchos más estudiantes de castellano, pero el porcentaje al que le gusta la literatura es mínimo. La mayoría prefiere dedicarse a traducir un convenio comercial o una biografía de Maradona.

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