martes, 23 de agosto de 2011

Se supo: Milan Kundera, además de ser un escritor aburrido, es un burro

El 9 de febrero de 2011, El Trujamán publicó la siguiente reflexión de Ricardo Bada (foto; Huelva, 1939), residente en Alemania y columnista de muchos medios españoles y latinoamericanos. Curiosamente, sin citar fuente, el 10 de marzo de este año, en El Espectador, de Colombia, se publicó la misma reflexión, o casi, porque, a decir verdad, había sido editada y le faltaban varios párrafos. Lo interesante, en todo caso, es que, mientras que El Trujamán no admite comentarios que puedan ser leídos –sin duda un error de sus administradores, o una forma de no admitir polémicas– El Espectador, sí.  Y vale la pena leer la catarata de 53 comentarios de lectores –algunos de ellos muy intresantes–, que Bada respondió uno a uno, con altura y amabilidad, y que pueden consultarse en http://www.elespectador.com/impreso/columna-256149-defensa-de-traduccion 

En defensa de la traducción 

Hace algún tiempo, en un restaurante italiano aquí en Colonia, conversaba a los postres con otro comensal, y le escuché una de esas frases que parecen formidables, casi aforismos. Me dijo que un ser humano es tantas veces ser humano como el número de idiomas que sabe.

Me pareció una frase brillante pero vacía, y como no suelo morderme la lengua le repliqué instruyéndole acerca de que Shakespeare sólo hablaba inglés, y asegurándole que conozco a muchos canallas políglotas. Más tarde recordé algo que había leído hacía poco en un mamotreto de Carlos Fuentes. Allí, Fuentes recuerda que Milan Kundera le preguntó una vez que si ya había leído a Kafka, Fuentes le contestó que claro que sí, y Kundera quiso saber si lo había leído en alemán. No, no sé alemán, le dijo Fuentes. Y Kundera le aseguró que entonces no había leído a Kafka.

Yo la hubiese retrucado preguntándole a Kundera que si ya leyó a Homero, y en el buen supuesto de que me contestase que sí, le volvería a preguntar que si lo leyó en el griego original, y como es bastante seguro que me contestaría que no, le enrostraría tan certera como estúpidamente que entonces aún no había leído a Homero. Claro está que quienes no podemos leer a Pushkin y a Chéjov en su ruso original, sino sólo traducidos, no los hemos leído. Y si uno padece alergia a las lenguas muertas, e incluye entre ellas al francés (porque no ha progresado un solo milímetro desde Rabelais), jamás podrá decir que ha leído a Flaubert y a Camus, ni a Rimbaud, Verlaine y Baudelaire. Y a pesar de cuánto los apoye el Espíritu Santo (permítanme la aparente irreverencia, que no lo es), quienes no sean capaces de leer en arameo el Viejo Testamento, se tienen que conformar con Nácar-Colunga o Casiodoro de Reina en castellano, aunque en lo que se refiere al Cantar de los cantares prefiero de lejos la versión de Arias Montano.

Así es la cosa, Mafalda, que diría Manolito.

¿Y bueno: qué?, me pregunté. Y me lo pregunté mientras traducía a Heinrich Böll. Me lo pregunté mientras asediado por su prosa, intentaba transmitírsela al lector de sus traducciones, que eran esas mías. Me decía que jamás podría contagiarle a ese lector el acelerón del pulso que me acosó al poner en palabras del idioma de Cervantes unas experiencias personales de Böll que se ubican en la calle donde en esos momentos dormían mis nietos. Es más, los dos nacieron en la misma calle donde nació Böll, una calle que conozco cuadra por cuadra, casi cada piedra de su pavimento, que tanto he recorrido llevando a mis nietos de la mano.

Desengañémonos: nunca leemos a los autores si no los leemos en su original, en eso Milan Kundera tenía razón. Pero ¿estaríamos entonces, a fuer de congruentes, dispuestos a renunciar a leer a Cervantes sin saber castellano, y a Shakespeare sin saber inglés, y a Homero sin saber griego, y a Hölderlin sin saber alemán, y a Ibsen sin saber noruego? Lo que todavía me queda por decir es algo sangriento: por mi parte, sin ningún problema, estoy dispuesto a renunciar per omnia saecula saeculorum a leer a Kundera, y no porque no sepa checo, su idioma materno… en el cual, curiosamente, él mismo ya no escribe. (¡Caramba! ¿En qué idioma habrá que leerlo para «haberlo leído»?).

 

3 comentarios:

  1. Querido Jorge, si supieras un poquito más de Kundera, o por lo menos si basaras tu reflexión en una cita de primera fuente, y no en lo que un escritor dice recordar haber escuchado de otro escritor, sabrías que kundera en su ensayo "El telón" argumenta que en el desarrollo del arte de la novela los novelistas han desarrollado su arte y oficio leyendo traducciones y no originales, pero que este echo no es tan problemático porque finalmente, más allá de la especifidad del lenguaje en que se han escrito estos libros, están los problemas que desarrollan. Problemas que son universales. Lee el ensayo, te lo recomiendo, por último para que sepas lo que realmente piensa un escritor antes de calumniarlo.

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  2. Estimado Juan:
    No estoy seguro de qué leíste, pero si te tomaras la molestia de releer el encabezado de la entrada, verías que es todo lo que dije sobre Kundera. El resto, lo dijo Ricardo Bada, que es quien firma la nota. En síntesis, estás meando fuera del tarro de puro apresurado. Por supuesto que estás en tu derecho, como yo estoy en el mío de señalarte que nada de lo que me atribuís fue dicho por mí.

    Por último, y por una cuestión de higiene, te comento que a tu "echo" le falta una "h".

    Cordiales saludos.

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  3. Te comento que es bastante triste leer un artículo con semejante título.

    Tendré poco criterio, pues me gusta mucho Kundera. Un buen blog, por cierto.

    Nada más que decir.

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