viernes, 12 de noviembre de 2010

"Por suerte sólo traduzco húngaros"

Ayer hemos dado la noticia del Premio Nacional de Traducción recibido por Adan Kovacsis y Mauro Armiño, y hoy ampliamos la noticia con una breve entrevista de Paula Corroto al primero, publicada en Público, de España.

"Hay mucha incomprensión
hacia la traducción"

Durante los últimos treinta años, Adan Kovacsis (Chile, 1953) ha traducido a la lengua española a algunos de los mejores escritores húngaros y austriacos, como el Nobel Imre Kertesz y Karl Kraus. Por esta dedicación, el Ministerio de Cultura le acaba de galardonar con el premio Nacional de Traducción 2010 a toda su obra, compartido en esta ocasión con Mauro Armiño (Burgos, 1944), quien lo ha obtenido por traducir el año pasado Historia de mi vida, de Giacomo Casanova.

"Estoy muy sorprendido, contento y halagado con el premio", dice Kovacsics a Público en conversación telefónica. El traductor, hijo de exiliados húngaros, señala que prácticamente nació para este oficio: "Crecí con tres lenguas, con varios mundos, Chile, Austria... Y siempre he intentado darle a la profesión la categoría que merece".

Un traductor debe conseguir que el libro traducido "suene igual que el original. Y eso es un trabajo de encaje de muchas piezas", explica Kovacsics. Este esfuerzo, sin embargo, muchas veces se ve deteriorado por una industria editorial que siempre tiene demasiadas prisas y suele pagar muy poco. "Creo que, en algunos casos, hay mucha incomprensión hacia la traducción. Y eso lleva a que no sea retribuido como corresponde. En cuanto a lo de la rapidez, es cierto que la exigen. Yo trabajo con un tipo de libros con los que me puedo permitir ser más lento, aunque tampoco demasiado", sostiene.

Errores de bulto
Las consecuencias de estas malas condiciones de trabajo son evidentes para los lectores: errores de bulto como traducir ‘videogames' como ‘juegos de video', ‘guinea pig' por el literal ‘cerdo guineano' en vez del correcto ‘conejillo de indias', o como ha ocurrido en el prólogo del último libro de Stephen Hwaking, El gran diseño, en el que se traduce La guía del autoestopista galáctico (The Hitchhiker's Guide to the Galaxy) como La guía de la galaxia, del autor Hitchhiker. "Desde luego es una situación grave y hay un maltrato hacia la traducción. Pero las asociaciones de traductores estamos trabajando para solucionarlo", asegura.

Kovacsics está ahora inmerso en la traducción de un nuevo libro del húngaro Adam Bodor, un escritor que fue encarcelado por la policía política en 1953. Este es el cuarto libro que traduce de Bodor, aunque, como señala "por suerte ya no me dedico yo solo a traducir a los húngaros. Es una literatura inmensa y hay mucho todavía por hacer".

5 comentarios:

  1. Donde dice "Ayer hemos dado" debería decir "Ayer dimos".

    Marta.

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  2. ¿Por qué, Marta? ¿Cuál es la preceptiva que indica que hay que decir "dimos" y no "hemos dado" si la pregunta se refiere a un pasado puntual? Y por favor no me diga que se trata de una regla de la Real Academia porque eso en este blog no cuenta.

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  3. 'Gramática de la lengua castellana" de Andrés Bello, disponible aquí:

    http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12145074229036051543435/p0000004.htm#I_44_

    Capítulo XXVIII
    Significado fundamental de los tiempos compuestos del indicativo

    639 (a). Comparando estas dos proposiciones: «Roma se hizo señora del mundo», y «La Inglaterra se ha hecho señora del mar», se percibe con claridad lo que distingue al pretérito del ante-presente. En la segunda se indica que aún dura el señorío del mar; en la primera el señorío del mundo se representa como una cosa que ya pasó. La forma compuesta tiene pues relación con algo que todavía existe.

    Se dirá propiamente «Él estuvo ayer en la ciudad, pero se ha vuelto hoy al campo».


    Marta.

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  4. Le agradezco el dato, Marta, pero, puesto que me gusta como suena, seguiré escribiendo "ayer hemos dado" en lugar de "ayer dimos". Espero no le signifique una molestia demasiado grande.

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  5. la lengua, como se sabe, se labra en el uso y no en la regla. la norma es un intento siempre posterior de enderezar esa labranza, cosa que no la hace desdeñable en absoluto: sin ella, todos los surcos de nuestro campito se torcerían hasta cruzarse y hacer imposible la labor diaria. ahora bien, no es lo mismo arar en las duras mesetas castellanas que en la pampa húmeda. es otra tierra, son otros bueyes y otros cielos. aunque el arado sea más o menos el mismo.

    andrés ehrenhaus

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