miércoles, 1 de julio de 2009

Una zona maltratada por la traducción


Diego Fischerman es uno de los más importantes críticos musicales de la lengua castellana. Director de la desaparecida revista Clásica de la Argentina, autor de Efecto Beethoven y de otros ensayos sobre música igualmente notables, escribe en el diario Página 12,así como en numerosas publicaciones de Latinoamérica y España. Además, administra su propio sitio de Internet (http://cuentosdelpescador.blogspot.com/), altamente recomendable.
El texto que sigue fue especialmente escrito para este blog.

De música sabemos todos

En la novela Amsterdam, de Ian McEwan, uno de los personajes es compositor. Y opina sobre música. Si el escritor inglés hubiera sabido que el libro se publicaría en Anagrama, traducido por Jesús Zulaika, tal vez habría evitado esos riesgos. De esa manera, Clive, un crítico de los rumbos tomados por la música artística de tradición europea y escrita a lo largo del siglo XX, no se hubiera encontrado condenando algo inexistente como las “secuencias tonales”, en lugar de las “series”. Es decir, “secuencia” y “serie” podría parecer lo mismo pero en música da la casualidad de que no lo es. También se habla más adelante del “tono” –y he allí una de las palabras más conflictivas del inglés, en relación con la música– y resulta que tono, en castellano, no significa nada demasiado específico. Puede ser un acorde, para los guitarristas de música popular, puede ser el modo expresivo (un tono oscuro, por ejemplo) o muchas otras cosas. Gran parte del vocabulario sobre música es metafórico (texturas transparentes, coloridos turbios, orquestaciones densas) y hay una parte que no. Y eso sin entrar en usos locales o propios de subculturas como el jazz, donde ni “sound” quiere decir sonido ni “cool” significa frío, de la misma manera en que “changes” no son cambios (o no sólo eso) sino más bien secuencias de acordes cambiantes. Con ustedes, la zona más desprotegida y maltratada de la traducción: los textos sobre música. Y es que a nadie se le ocurriría traducir un libro de medicina sin un diccionario específico al lado. En cambio de música sabemos todos.

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